Habilidades para entrevistar
La realización de una entrevista según el concepto,
dimensiones y objetivos descritos anteriormente implica la utilización de
diversas estrategias para entrevistar. Las estrategias son solamente los
comportamientos presentados por el terapeuta con el propósito de obtener
determinados resultados deseados conjuntamente con el paciente. Por eso, no nos
referimos a ellas como habilidades del terapeuta. El hecho es que conductas
verbales y no verbales del terapeuta producen efectos significativos sobre
comportamientos del paciente y sobre la información que éste ofrece. Los
métodos que se sugieren a continuación disminuyen la probabilidad de errores o
sesgos en la entrevista mientras optimizan la relación terapeuta-paciente.
Habilidades empáticas
Extremadamente citadas en la práctica clínica bajo los
diversos enfoques teóricos, estas habilidades reciben diferentes
conceptualizaciones. En general, se refieren a las actitudes (comportamientos)
o sentimientos positivos que el terapeuta debe presentar con relación al
paciente: Los sentimientos y comportamientos más frecuentemente asociados a
este término son calificados como auténticos, sinceros, genuinos, honestos, de
interés, de comprensión, de apertura, de estima, de aceptación y muchos otros.
El término puede referirse también al hecho de colocarse en el lugar del paciente:
Hackney y Nye (1977) recuerdan que no basta sentir, es preciso demostrar los
sentimientos por medio de comportamientos verbales y no verbales. Haynes (1987)
sugiere que el terapeuta sea reforzador, es decir, que las respuestas que se
desea del paciente. Para algunos terapeutas conductuales, ser empático es ser
una persona reforzadora.
Habilidades no verbales
Las conductas del terapeuta incluidas bajo este rótulo
se refieren generalmente a las características de voz, a la mirada, a la
expresión facial, a la postura corporal y a los gestos. Es bueno recordar que
el sentido de “no verbal” se refiere a no estar incluido en el habla
articulada. Esa distinción es necesaria porque en la concepción operante del
comportamiento verbal presentada por Skinner (1957) los comportamientos no
verbales (un gesto, por ejemplo) pueden ser considerados verbales si producen
refuerzo por mediación de otra persona.
Ducworth et. Al (1993) sugieren distintas respuestas no verbales
adecuadas para la entrevista clínica debido a los efectos que ejercen sobre el
entrevistado. Entre estos efectos se encuentran los de mantener la atención del
paciente, estimularlo a hablar e intensificar o completar la comunicación
verbal.
Estoy de acuerdo luis, es importante que las conductas verbales y no verbales del entrevistador no afecte en las respuestas que pueda dar el entrevistado ya que con eso se pierde la calidez que supuestamente debe primar en una entrevista psicológica.
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